Actualizamos nuevamente contenidos en el blog de Chocolate Sexy, y esta vez lo hacemos con una entrada futbolera sobre un personaje que, sin duda, daría mucho juego en nuestro programa. El entrenador del Real Madrid, José Mourinho y sus polémicas actuaciones dentro y fuera del campo.
¿Le pediríais a Ferrán Adrià que os preparara un bocata de mortadela? ¿Os gustaría que Alberto Einstein os resolviera el sudoku del periódico? ¿Contrataríais a Bill Gates para que os arreglara el MODEM de vuestro ordenador? No, ¿verdad? Sería un desperdicio de talento malgastar las cualidades extraordinarias de ciertas personas en tareas cotidianas que cualquiera podría hacer.
Entonces, ¿por qué ningún madridista se queja de que Mourinho desperdicie las ingentes cantidades de calidad futbolística que ha conseguido reunir la galaxia blanca de Florentino para realizar un fútbol impropio de un equipo de la categoría y la historia del Real Madrid?
Por supuesto que futbolísticamente el sistema “ultra-amarrategui” del técnico portugués es igual de respetable que el “Tiki-taka, waka-waka” del Barcelona de Guardiola (como también son respetables los bocatas de mortadela respecto a la rica cultura gastronómica española).
Pero que en tu propio campo, en las semifinales de la máxima competición continental y teniendo enfrente a tu máximo rival histórico, te olvides de que entre los mimbres de tu vestuario dispones de algunos de los mejores futbolistas del mundo y “castigues” a tus jugadores, a tu público y a los millones de espectadores que siguieron el partido por televisión, con un planteamiento táctico como el que ofreció ayer el Madrid de Mourinho, resulta realmente frustrante, cobarde y propio de un equipo menor.
La imagen de CR7 abroncando a sus propios compañeros por cumplir las órdenes del “puto amo” del Madrid de no pasar del medio del campo (http://www.youtube.com/watch?v=yEvEgg-6Oto) es el mejor reflejo del sentimiento de impotencia de muchos madridistas que, hasta ahora, fruto de los “buenos resultados” (¿liga perdida a falta de 6 jornadas?) no habían tenido más remedio que sumarse a la maquiavélica filosofía de Mourinho de que las rácanas victorias justifican las antifutbolísticas estrategias tácticas.
Por desgracia, hoy todos volveremos a bailar al son victimista y marrullero del entrenador portugués y sólo se hablará de decisiones arbitrales, polémicas en las ruedas de prensa, conductas antideportivas en el túnel de vestuario y favoritismos hacia sus rivales. Una nueva muestra más del verdadero talento de Mourinho: empequeñecer a los que tiene a su alrededor para hacer más grande su propio ego. ¡Qué desperdicio de talento!
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